El Pacto de Solidaridad Global.
En la tentativa de comprender la realidad internacional en el marco de "no limits to learning", observemos las ventajas e inconvenientes de nuestra sociedad, sabiendo que el tema exige una elaboración mucho más importante (¿en este Laboratorio?) de parte de las personas que no solo tienen raíces diversas, sino que igualmente poseen una aproximación profesional e ideológica distintas de las mías.
Parece que nuestra sociedad exige re-pensamientos urgentes, para los cuales es indispensable un alto grado de voluntad y de desarrollo, no solo político sino filosófico e ideológico, por parte del poder y de los pueblos; solo así podrá difundirse la "idea clave" lanzada, lo repito, por Tévoédjeré (en el año 1976 tan lejano y tan cercano) y que podría, según una mentalidad difusa, acabar en la utopía. Se trata de un verdadero y propio "contrato de solidaridad" que deberá tomar el puesto al "contrato social" existente; ya entonces el autor se preocupaba de tratar de delinear el modo de distinguirlo de los "falsos contratos de solidaridad" observándolo "primero, durante y luego su ejecución". Los años transcurridos - entonces 6 y ahora 45 - demuestran dos cosas: ante todo, que los problemas han aumentado en numero y los que ya existían se han agravado (solo pensar en temas tan diversos como el desempleo, el rearme nuclear, la crisis palestina, la degradación de los ecosistemas o el desequilibrio internacional de los mercados de capitales); en segundo lugar, la necesidad de trabajar, con todos los medios posibles, para alcanzar un pacto general, un "contrato de solidaridad" que se traduzca en un consenso generalizado -al que podremos estar mas cercanos de lo que creemos- sobre la necesidad de adoptar políticas y planes globales sobre algunos temas "cruciales" en los que trabajan todas nuestras sociedades (crecimiento indiscriminado de la población, planificación de los recursos a largo plazo, lucha contra el degradación de la biosfera). Si este consentimiento, indispensable desde cualquier punto de vista, no pudiera ser logrado en un tiempo razonable, pero no muy largo, será necesario adoptar una aproximación tangencial al problema, disfrutando de la posibilidad ofrecida por aquellas potencias regionales que, por motivos geográficos, histórico-culturales, económicos o de otra naturaleza, presentan un mayor grado de cohesión: el juego de los 160 estados-soberanos podría ser mas flexible y menos difícil ideológicamente. A este efecto, existen sabios trabajos, sean teóricos que experimentales, que hacen de esta opción una esperanza no tan cercana a la utopía como se podía pensar cuando se publicó el libro de Tévoédjré en 1978.
Los obstáculos y las dificultades son, todavía, enormes y muy complejos: trataré de describir algunos. En el próximo Artículo trataré de describir algunos a su favor, sobre los cuales hay muchas esperanzas y no pocas realizaciones concretas. Pero veamos ahora, los argumentos contrarios a este eventual "pacto de solidaridad global" o contrato de solidaridad" a escala internacional.